Gimnasia Mental

¡Pongamos en forma nuestro cerebro!

“Juegos finitos e infinitos:

una visión de la vida como juego y posibilidades”

(Adaptado de textos de James P. Carse)

 

Para jugar deben establecerse las reglas del juego.

Así sea un juego para una sola persona o para miles,

 las reglas pueden ser tan estrictas como las del ajedrez,

o tan difusas como las “reglas de la guerra o del amor”. 

Un juego finito se juega con el objetivo de ganar; un juego infinito, con el de seguir jugando. 

Las reglas del juego finito no pueden cambiar; las del infinito deben hacerlo. 

Los jugadores finitos juegan dentro de unos límites; los infinitos juegan con los límites. 

El jugador finito aspira a la vida eterna; el jugador infinito, al nacimiento eterno. 

… Los juegos finitos se pueden jugar dentro de un juego infinito, pero un juego infinito no se puede jugar dentro de un juego finito. 

Los jugadores infinitos contemplan sus victorias y derrotas en cualquiera de los juegos finitos a los que juegan sólo como momentos de un juego continuo. 

… Las reglas no son válidas porque las aprobara el Senado o porque los héroes antiguos jugaran con ellas o porque estén escritas en ninguna Tabla. Son válidas únicamente si y cuando los jugadores juegan libremente con ellas. 

No hay reglas que exijan que obedezcamos las reglas. Si las hubiera, tendría que haber también una regla para dichas reglas, y así sucesivamente. 

En un juego infinito todo el mundo gana algo. No hay perdedores. Pero algunos ganan más que otros. Lo que uno “gana” es sentido. Es decir, descubre algo sobre sí mismo, o sobre los demás, que añade sentido a su vida.

 Cuantos más descubrimientos se hacen, más se gana.

Cada descubrimiento aumenta la puntuación.

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